martes, 16 de octubre de 2012

El encuentro.

Ella no respiraba, así (pensaba) nadie la vería.
Caminaba entre las hojas secas pero congeladas por el último invierno que rehusaba irse, entre los espíritus del bosque que le susurraban y sonreían.
Tenía su sagrada rutina, a paso ligero marchaba como danzando por los senderos ocultos, que la llevaban de la mano a su espacio favorito, donde dormitaba hasta que la noche y la luna la bendecían y jugaban hasta el alba con ella.
Amanecía (tristemente), la noche dejaba de cantar en lenguas secretas. Selene se quedó sola y en frío silencio, había bajado su guardia  por un largo momento, pues no escuchó que alguien se acercaba hasta que ya era demasiado tarde para escapar de ahí, sólo subió a su árbol, escondida pero con los ojos fijos al suelo, en donde ya estaba instalado un joven de negra cabellera y cuerpo delgado.
Se sintió tonta por esconderse, sabía que él no podía verla - nadie podía-, así que se sentó sobre la rama más baja con sus pies colgando, estaba curiosa habían pasado meses en que no veía nada mas que espíritus y criaturas traviesas. Aquel muchacho sonreía, tarareando varias melodías mientras de su bolso sacaba libros polvorientos, escribía muy concentrado pero la sonrisa no se le borraba, por supuesto Selene inquieta quería leer así que suavemente bajó quedando lo suficientemente cerca para leer y sentir la respiración de él en toda su cara. En una de sus portadas estaba escrito "Propiedad de Arión".
No se dio cuenta que ya era medio día, hasta que el estomago de Arión sonó quejándose y se dispuso a preparar una merienda de frutas y miel. La verdad era que Selene estaba entretenida viéndolo, disfrutaba sus muecas y canciones improvisadas que cantaba y tocaba en su guitarra vieja. Bailaba al rededor de él y el gran árbol que les regalaba sombras y frutos.
Las enérgicas canciones se detuvieron, Arión se quedó dormido,cansado por su largo viaje de tres días, no estaba perdido, sólo no tenía rumbo fijo y se dejaba llevar por sus instintos, los mismos que lo trajeron hasta ahí. Ella recordó que no había descansado tampoco, y se aventuró a recostarse a centímetros de él, le gustaba sentir su respiración cerca y hasta dormido se notaban los surcos de una sonrisa.
Selene acarició como por impulso y capricho los largos cabellos negros de él que se mezclaba con el pasto y hojas amarillas, sus dedos viajaban desde su boca hasta su pecho y se desviaban de cuando en cuando a los brazos firmes de Arión, se sentía cómoda y se quedaba dormida. Fue entonces cuando algo inesperado pasó, Arión tenía los ojos abiertos de frente dirigidos a ella. Asustada, no entendía como era posible aquello, realmente la estaba viendo o estaba soñando?, ninguno se movió.

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